El Concierto para violín en mi menor, Op. 64 es la última gran obra orquestal del compositor alemán Felix Mendelssohn. Y además de ser una obra de referencia en el repertorio de violín, es de las más populares e interpretadas de todos los tiempos. El destinatario de la obra fue un gran amigo del autor desde la infancia, Ferdinand David, que además fue clave en la composición de la obra. Mendelssohn invirtió seis años desde los primeros esbozos hasta que se estrenó en 1845. Es uno de los conciertos más elaborados e influyentes del romanticismo, cuya peculiaridad son la entrada directa del solista y los cambios de movimientos en attaca, es decir sin pausa.

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Escrita el verano de 1782, la sinfonía nº35 K385 surgió de los cimientos de una serenata que el autor escribió años atrás (KV 250). Suprimió varios movimientos y añadió flautas y clarinetes, pero no se trata de un simple arreglo de la obra original, dedicada a su amigo de Viena Sigismund Haffn; el compositor creó una obra independiente que abre el camino que Mozart alcanzaría más tarde, en cuanto a equilibrio del buen gusto y la estructura contrapuntística, con sus últimas sinfonías.